Una nueva investigación sugiere que un quinto planeta gigante -los otros cuatro son Urano, Saturno, Júpiter y Neptuno- fue expulsado de nuestro sistema hace unos 4.000 millones de años. Ese mundo misterioso podría encontrarse en la actualidad a miles de años luz de distancia y, lo que es igual de sorprendente, existe la posibilidad de que tenga lunas que, si reúnen las condiciones adecuadas, aún sean lo suficientemente cálidas para albergar vida. Un resumen del estudio puede ser consultado en arXiv.org. Nuestro Sistema Solar es un lugar extraordinariamente ordenado. Los planetas se mueven en órbitas amplias, casi circulares. Es un sistema ejemplar, muy diferente a otros descubiertos donde las órbitas de los planetas alrededor de sus estrellas son muy inclinadas o elípticas. Algunos de esos mundos se acercan tanto a sus soles que corren el riesgo de morir extenuados. David Nesvorny, del Instituto de Investigación del Sudoeste en Boulder (Colorado/USA) ha realizado una serie de simulaciones que demuestra que esto no siempre fue así. El científico cree que en el pasado el Sistema Solar acogió un quinto planeta gigante con varias docenas de veces la masa de la Tierra. Este mundo de grandes dimensiones pudo haberse situado entre Saturno y Urano o más allá de Neptuno. Al parecer, un encuentro cercano con Júpiter volvió inestable el sistema y el quinto gigante fue expulsado de su lugar de nacimiento. La simulación de Nesvorny, que Discovery Channel explica en su web, indica que nuestro Sistema Solar fue originalmente muy caótico. Cuerpos más pequeños también "recibieron una patada" y fueron enviados lejos, y se produjo un "bombardeo" de material que la Luna lleva impreso en su superficie a modo de cicatrices. Lo sucedido no es tan increíble como parece. Muchos planetas sin compañía pueden haber sido expulsados de sus sistemas planetarios y flotar libremente por el espacio. Hace poco, un equipo de investigadores de Japón y Nueva Zelanda descubrió diez cuerpos oscuros, de la masa de Júpiter, alejados de cualquier estrella. Estos planetas solitarios son bastante comunes en nuestra galaxia. Además, el planeta expulsado podría tener sus propias lunas. En ese caso, esas compañeras podrían mantenerse cálidas en ausencia de su estrella y, quizás, mantengan el suficiente calor para albergar vida.
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